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Odnośniki

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que yac�a sobre la escalera lo colocaron, con unas pocas l�grimas, dentro del gran
sepulcro blanco bajo la Cruz de Cristo, vuelto a su lugar el m�rmol.
De all� el alma de Tom, santificada por la tierra consagrada, bajó al amanecer al valle y,
demor�ndose un tanto por los alrededores de la caba�a de su madre y el lugar de
correr�as de su infancia, siguió adelante y llegó al campo abierto m�s all� de donde se
api�aban las casas. All� se encontró con todos los buenos pensamientos concebidos
alguna vez por Tom, que volaron y cantaron junto a ella mientras se dirig�an hacia el
Sur, hasta que por fin, en medio de cantos, llegaron al Para�so.
Pero Will y Joe y Puglioni volvieron a su ginebra y robaron y timaron otra vez en la
taberna de mala reputación sin saber que en sus pecaminosas vidas hab�an cometido
un pecado ante el que los �ngeles sonrieron.
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EN EL CREPUSCULO
La esclusa estaba atestada de botes cuando zozobramos. Me hund� unos pocos pies
antes de que me pusiera a nadar y luego ascend� confundido hacia la luz; pero, en
lugar de alcanzar la superficie, di con la cabeza contra la quilla de un bote y volv� a
hundirme, Tom� impulso casi de inmediato y ascend�, pero antes de alcanzar la
superficie, mi cabeza chocó contra un bote por segunda vez y me hund� hasta el fondo.
Estaba aturdido y totalmente atemorizado. Ten�a una desesperada necesidad de aire y
sab�a que si chocaba con un bote por tercera vez, nunca volver�a a ver la superficie. La
muerte por ahogo es horrible por m�s que se haya dicho lo contrario. No se me hizo
presente mi vida pasada, pero pens� en cambio en muchas cosas triviales que nunca
volver�a a hacer o ver si me ahogaba. Nad� hacia lo alto siguiendo una dirección
oblicua en la esperanza de evitar el bote con el que me hab�a golpeado. De pronto vi
con toda claridad todos los botes en la esclusa por encima de m� y cada una de sus
tablas curvadas y barnizadas y los rasgu�os y las melladuras de sus quillas. Vi varios
espacios abiertos entre los botes por los que podr�a haber alcanzado la superficie, pero
no parec�a valer la pena intentarlo y llegar all�; me hab�a olvidado del motivo por el que
hab�a querido hacerlo. Entonces toda la gente se inclinó por sobre sus botes: vi los
trajes de franela clara de los hombres y las coloridas flores de los sombreros de las
mujeres; pude observar con toda distinción los detalles de sus vestidos. Todo el mundo
en los botes me miraba; entonces todos se dijeron los unos a los otros:
 Ahora debemos dejarlo.
Y partieron en sus botes y nada m�s hab�a sobre m� salvo el r�o y el cielo; a cada uno
de mis lados hab�a algas verdes que crec�an en el limo, porque, de alg�n modo, hab�a
vuelto a hundirme hasta el fondo. El r�o, al fluir junto a m�, murmuraba en mis o�dos de
un modo que no me desagradaba y los juncos parec�an musitar muy quedo entre s�. De
pronto el murmullo del r�o adquirió la forma de palabras y lo o� decir:
 Debemos ir al mar; ahora tenemos que dejarlo.
Entonces el r�o partió y ambas sus orillas; y los juncos musitaron:
 S�, ahora tenemos que dejarlo.
Y tambi�n ellos partieron y qued� en un gran vac�o mirando fijamente al cielo azul en lo
alto. Entonces el cielo inmenso se inclinó hacia m� y habló muy dulcemente, como una
bondadosa nodriza que consuela a un peque�o tontuelo diciendo:
 Adiós. Todo estar� bien. Adiós.
Y sent� pena de perder al cielo azul, pero el cielo se fue. Entonces me encontr� solo,
con nada alrededor de m�; no ve�a luz alguna, pero no estaba oscuro: no hab�a
absolutamente nada, ni sobre m� ni por debajo ni a los lados. Pens� que quiz� habr�a
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muerto y esto fuera la eternidad; cuando de pronto, algunos altas colinas australes
surgieron alrededor de m� y estaba tendido sobre la c�lida ladera de una colina cubierta
de hierba en Inglaterra. Era el valle que hab�a conocido en la ni�ez, pero no lo hab�a
vuelto a ver en a�os. Junto a m� crec�a alto la flor de la hierbabuena; vi la flor del tomillo
de dulce aroma y una o dos fresas silvestres. Desde los campos a mis pies me llegaba
el hermoso olor del heno y hab�a paz en la voz del cuclillo. Se ten�a sensación de
verano, de atardecer, de demora y de sabat en el aire; el cielo estaba sereno y un
extra�o color lo iluminaba; el sol estaba bajo; las campanas de la iglesia de la aldea [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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